Este fenómeno ocurre cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, proyectando una sombra que oscurece al satélite y para que esto suceda, los tres cuerpos celestes deben estar perfectamente alineados, algo que no ocurre todos los meses debido a la inclinación de la órbita lunar respecto a la órbita terrestre.
El fenómeno de la “luna de sangre” se asocia con los eclipses totales debido a que, durante el evento, la luz solar que atraviesa la atmósfera terrestre se dispersa, dejando pasar únicamente las longitudes de onda más largas, como las del color rojo. Este efecto es el que da lugar al característico tono rojizo que adquiere la Luna durante el eclipse.







Fotos: Guillermo Olivares / Eikon.com.mx